SOMOS LOS MAYA
Somos los navegantes del tiempo, los que colocamos el Ancla Resplande-ciente en su sitio.
Somos los que, en nuestra meditación, precedimos a todos los demás desde la matriz, hasta las avanzadas de los cuatro cuadrantes de la galaxia. Fuimos capaces de hacerlo porque somos primeros en dominar el tiempo, y dominando el tiempo, trascendimos el espacio. Penetramos desde la quinta dimensión hasta la séptima. Más allá de la luz pura fuimos, hacia el reino donde se halla solamente el sonido uno, el sonido de la meditación cósmica.
Nuestra recompensa fue el conocimiento de Hunab Ku, y el poder de la navegación galác-tica. Memnosis y Merlín, los heteróclitos arcturianos, nos procuraron como mentores, y con ellos compartimos muchos conocimientos. Somos los constructores del Holón Resonante Universal original, pues ése es nuestro giroscopio para la navegación de las ondas del tiempo de la galaxia y los universos paralelos.
Quinquiera busque compartir el tiempo, o conocer el destino, deberá eventualmente encon-trarse con nosotros, porque somos los portadores de las tablas de la ley resonante, los códigos formadores de púlsares por medio de los
cuales los sistemas de mundos surgen y caen. Nadie que desee hacer una verdadera historia de las cosas puede
hacerlo sin nuestro consejo.
Por todo ello somos simples. El poder no ha sido nunca nuestro propósito. Los mejores entre nosotros son desconocidos aún para nosotros. ¿Quiénes somos, y de dónde provenimos?
Nuestro nombre es Maya. Somos los amos de la ilusión. Somos las madres arquitectas de todos los sistemas del conocimiento y la trascendencia del tiempo. Quienes no nos conocen, o quienes, sabiendo de nosotros, niegan nuestro poder, se relegan a la obscuridad.
Somos Maya. Surgimos de la ilusión misma de nosotros. Porque somos los amos primige-nios del tiempo y la ilusión, somos los intrépidos que aceptan encarnación tras encarnación, con el fin de establecer y domesticar todos los planetas. Pues domesticar es armonizar, y por eso somos también los amos de la armonía.
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Desde un origen sin principio, surgimos entre los constructores de la Liga de Cinco. Conociendo el secreto de llegar a ser y dejar de ser, nos ofrecimos en sacrificio a la ilusión de la inmortalidad. Merced a nuestro dominio de esta ilusión, domesticamos y establecimos los universos insectiles. Fuimos quienes dieron a todos los mundos de insectos costumbres sociales, y los ligamos mutuamente en unidad telepática, como lección para quienes se consideran superiores.
Es la ilusión de superioridad, condensada en una creencia en la inmortalidad, lo que provoca el miedo a la muerte.
Y es el miedo a la muerte, y la promesa de inmortalidad, lo que Lucifer expone como salvación. Pero conocemos bien a Lucifer. Toleramos a Lucifer tanto como lo ignora-mos, porque nos erguimos más alto y más grandes que Lucifer, mientras permanecemos simples, pretendiendo nada a cambio de nuestros esfuerzos. Desde nuestra superioridad, sabemos que no existe lo correcto o lo incorrecto. Al mismo tiempo sabemos que, para saber que no existe lo correcto o lo incorrecto, deben observarse y seguirse reglas definidas.
Dentro del Ancla Resplandeciente, tenemos una base estelar. También es llamada Maya. Desde esa base hemos mantenido un ojo alerta sobre Velatropa, cooperando con la Federación Galáctica cada vez que así lo solicitaron.
Somos nosotros, los Maya, quienes por nuestro poder mantenemos el Ancla Resplandeciente en su sitio, y quienes proporcionamos a todos los sistemas estelares de la Federación, los códigos del tiempo y las artes todas del cabalgar el púlsar, el cambio de formas y el desplazamiento mágico.
No una, ni dos, sino seis veces antes hemos sido llamados para encarnarnos como coloni-zadores galácticos. En veinte ocasiones, a tantos otros sistemas estelares proporcionamos nuestra presencia, para probar el asunto de la ilusión del tiempo y el hueco llamado de la inmortalidad. Aunque no mantenemos registros, dejamos atrás los códigos de la definición resonante que llamáis tiempo. Hay quienes registran nuestras huellas, y hacen de esos registros enseñanzas y ciencias con grados variables de exactitud. Esto no lo aprobamos ni lo desaprobamos.
Así fue que desde nuestra base estelar en el Ancla Resplandeciente, observamos la Sonda de Arcturo y su compromiso con la misión antarena en el satélite intermedio. Nosotros, que tan bien navegamos gracias a nuestro dominio de la ilusión del tiempo, asumimos una actitud simpática respecto de esos constructores y domadores de planetas, en su esfuerzo por la Federación para rastrear a Lucifer, en la trampa estelar gobernada por Kinich Ahau.
Nuestros servicios ya habían sido comprometidos por Kinich Ahau, que en la meditación ,el llamado y recuerdo del acorde perdido, había notado nuestra presencia y nuestros poderes. Debido a ello, nos armonizamos con la
banda de la Federación, en la Estación Intermedia AA. Sabíamos en qué andaban, y qué necesitaban.
Una vez que el patrón genético para producir los cuatro clanes, hubo ocupado su sitio dentro de su Holón Resonante Universal, estábamos listos. Nuestra capacidad para el sacrificio, ya había sido ensayada y probada seis
veces en otros tantos sistemas estelares. Ahora convocaba el mágico séptimo: la activación de la vida y la
encarnación entre las veinte tribus del tiempo, para colonizar el sistema estelar de Velatropa 24, dominios de Kinich
Ahau y el Ah Kal Balaam.
Tan pronto como la señal de ayuda fue emitida, nuestros avanzados artistas de la transduc-ción se hallaban en sus rayos resonantes, haciendo vibrar su marcha hacia sus posiciones según el clan y el planeta. Estos artistas transductores, activarían los patrones genéticos en diferentes estaciones planetarias lunares. Para ello, los artistas transductores, tocan diferentes tonos resonan-tes. Cada uno de estos tonos, porta un código de engrama de acuerdo
con el de los 144.000.
Somos conscientes de que el cumplimiento del código de engramas, depende de dos variables: memoria y libre albedrío. Lo que llamamos memoria, es la capacidad de encapsular la ley cósmica, como comportamiento usual.
Libre albedrío, es la acción que proviene puramente de la autoabsorción de la unidad individual. Cuanto más haya disminuido el poder de la memoria, más débil se tornará la capacidad para el libre albedrío.
Somos Maya. Conocemos los ciclos de la ilusión. Sabemos que cuatro es el número de ciclos de la ilusión, la éxtasis7 de la totalidad, mientras cinco, es la trascendencia de la ilusión de esa éxtasis. Alcanzar el quinto perfecto es el logro de la libertad. El gran drama de la civilización galáctica, reside en la simple articulación entre la éxtasis del cuarto y la liberación del quinto. Este es el significado de la quinta fuerza, los rayos de la fuerza-g, que nosotros los Maya navegamos en nuestra gran aventura del tiempo galáctico.
Somos Maya. Quien nos conoce, conoce el tiempo y la trascendencia del tiempo. Aún tras haber activado el patrón genético, estamos disponibles. Quienes nos conocen, pueden siempre llamarnos y contar con nosotros. Somos los navegantes galácticos del tiempo, los colonizadores de los mundos perdidos, los amos de la ilusión. Somos Maya.
Escuchad. Tenemos más para deciros.